jueves, 3 de junio de 2010

Manuel Seoane: El excepcional goleador de Independiente


Sin dudas, uno de los grandes jugadores de la época amateur del fútbol argentino. Con su metro setenta y ochenta y dos kilos, Manuel Seoane, se convirtió con el trascurso del tiempo en un jugador excepcional, poseedor de una extraña habilidad y una guapeza que lo distinguía desde su inicio en el fútbol. Las miradas de los espectadores se detenían para observar a uno de los máximos ídolos de la década del 20, un jugador completo, con perfecta concepción estratégica del juego.


Sus comienzos en el club Progresista con 15 años de edad, le permitió pulir algunos defectos y desarrollar esa notable cualidad de anticipación a la jugada. Dos años después se alistaba a las filas de Independiente, tras anotar dos goles en su partido de prueba frente a River Plate. Allí viviría sus años más felices. En el conjunto de Avellaneda se coronaría campeón en dos oportunidades (los primeros títulos del club).

Más experimentado tras su paso por la selección de la Asociación Amateur, Manuel Seoane obtenía el Torneo Argentino de 1922. Un equipo inolvidable conformaba en ese entonces el Club Atlético Independiente. Estrellas como Canaveri, Lalín, Ravaschino y Orsi integraban la base de un plantel que supo quedar en la historia grande del fútbol por su espectacular desempeño dentro del campo de juego. La obtención de ese título no pasó desapercibida en la prensa local: “Los Diablos Rojos” era el nuevo mote del equipo. Un sello distintivo hasta el día de hoy.

En 1924 aparecía entre tanto esplendor, una mancha negra en la carrera de Manuel Seoane. En un enfrentamiento con River Plate era sancionado largo tiempo, junto con algunos de sus compañeros, por participar del escándalo que protagonizaron ambos planteles durante el trascurso del partido. Esa sanción lo obligaría a pasar a la Asociación Argentina. El Porvenir le abría las puertas al histórico goleador.

Sin embargo pocos meses después llegaría un acontecimiento importante en su carrera. La Selección Argentina se enfrentaba a Uruguay y él, acompañado por Cesáreo Onzari, conformaba la dupla de ataque del conjunto dirigido por Ángel Vázquez.

Su estadía en el conjunto de Gerli se interrumpió para vestir la camiseta de Boca Juniors en una gira por el continente europeo. La llegada de este talentoso jugador generó fuertes repercusiones en toda España. El público y los periodistas creían que “La Chancha” (así lo apodaban) formaba parte de la dirigencia del club. Nunca imaginaron que una persona con ese físico pudiera llegar a ser un destacado jugador. Pero en la cancha y a base de goles les demostraría lo contrario. De los 40 tantos anotados por Boca en todos los partidos disputados, Seoane había convertido 16.

Al volver de la gira y ya cumplido el castigo, regresa a Independiente en 1926, año en el que obtendría su segundo título. Las brillantes actuaciones del delantero fueron trascendentales para un nuevo logro en el fútbol argentino. Los 76 goles convertidos en el campeonato, lo ubicaron en la historia grande del conjunto de Avellaneda.

Seis años más tarde los serios problemas de peso lo obligaron a retirarse de la práctica del deporte. Un nuevo partido con River marcaba el final de su exitosa carrera futbolística. En 22 de agosto de 1934, luego de una colecta que se le hace para regalarle una casa, se realiza un partido homenaje y Seoane recibe la ovación de la hinchada. Una imagen que quedará por siempre grabada en la historia del fútbol argentino. La despedida de un verdadero crack.

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