jueves, 14 de octubre de 2010

Elías Figueroa: El mejor jugador chileno de todos los tiempos



“Estamos frente a un muchacho de diecisiete años que juega como un crack maduro, desde hoy yo no puedo más que llamarlo Don Elías Figueroa”, con esas palabras Hernán Solís -locutor radial-, describía la manera de jugar de uno de los más grandes deportistas chilenos de la historia.
En 1945 en la ciudad de Valparaíso nacía una leyenda del fútbol mundial. Elías Figueroa, con tan solo ocho años de edad demostraba todo su potencial en las precarias canchas del Club Alto Florida. Las complicaciones de salud (una difteria que luego derivaría en asma) no le imposibilitaron practicar el deporte y así fue como comenzó su carrera como futbolista. Una trayectoria intachable, repleta de éxitos y distinciones: “Mi comienzo fue difícil, porque fui un niño enfermizo, un médico le dijo a mi madre que nunca sería un niño sano, tuve asma y problemas de corazón, y a partir de los 8 años que realmente comienzo a jugar como un niño normal”.

Sus condiciones, su temperamento y su buen manejo de pelota, lo depositaron en las divisiones inferiores de Santiago Wanderers, tras un breve paso por el Deportivo Liceo. Su padre, le había conseguido una prueba tras varias conversaciones con quién era actualmente el ayudante de campo, Víctor Parra. Pocos meses le bastaron a Elías Figueroa para concentrar las miradas del fútbol sudamericano. Su buen desempeño en los caturros, le permitió compartir una cancha con dos ídolos de la época. Con tan solo 15 años de edad, enfrentó, siendo sparring de la selección brasilera, a Pelé y Garrincha, quién dos años más tarde sería elegido como el mejor jugador del mundo.
Su buen desempeño en aquellos partidos de nada sirvió para continuar en Santiago Wanderers. Tapado por Raúl Sánchez, Elías Figueroa fue cedido a Unión La Calera, debutando en la primera división en 1964 y jugando ya (había comenzado siendo mediocampista por derecha) como defensor central. Ese puesto quedaría por siempre en él. Su personalidad y buen juego aéreo le permitían desarrollar de la mejor manera su tarea en esa ubicación del campo. De regreso a Santiago Wanderers (jugó dos años) y tras una buena participación en el Campeonato Mundial de 1966 y el sudamericano de 1967, Figueroa se alistaba a las filas del poderoso Peñarol de Montevideo. En el conjunto uruguayo se coronaría bicampeón del torneo local y de la Supercopa de Campeones Intercontinentales de 1969.
Acompañado desde los 16 años por su esposa Marcela Kupfer, el “Gran Capitán” se mudó en 1971 a Porto Alegre para jugar en el Internacional. Esta actitud molestó a los hinchas peñarolenses, que enfadados con la dirigencia por dejarlo ir, se convocaron en la sede y rompieron los carnets. Sin dudas, la presencia de este férreo defensor no pasaba desapercibida en ningún equipo. En Brasil, obtuvo siete títulos locales y el cariño de toda una hinchada. Su participación en Internacional fue perfecta y así se lo hizo saber el poeta brasileño Nelson Rodríguez: “Elegante como un conde con smoking y peligroso como un tigre de bengala, Elías Figueroa fue el zaguero perfecto”. El oriundo de Valparaíso generó algo que nunca antes se había vivido en el país más extenso de Sudamérica. Muchos aficionados llevaban a sus hijos enfermos a las prácticas para que él los curase con sus “poderes”. Su idolatría llego a niveles impensados en Brasil. Su juego atraía al público y también a los periodistas del diario El Mundo. Ellos lo premiaron como el mejor futbolista sudamericano del año tres veces consecutivas (1974, 1975 y 1976) y como el mejor futbolista chileno de todos los tiempos.
Pese a su notable jerarquía, Elías Figueroa decide regresar a su país natal, para jugar en Palestino. En el conjunto de Santiago jugaría tres años y ganaría la Copa de Chile en 1977. Luego viajaría a Estados Unidos para jugar en 1981 en Fort Lauderdale Strikers y retirarse del fútbol un año después en su país, jugando para Colo Colo. Como bien dijo Franz Beckenbauer, el adiós a “uno de los más grandes defensores de la historia"




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